Un nuevo regalo ha llegado a la mansión. En este caso de nuestra felina amiga sayuri, que ha tenido a bien rebuscar entre sus enorme arsenal de poesía para regalarme/regalarnos, esta obra de arte de Walt Whitman.
Mujeres fuertes, luchadoras, trabajadoras, irreductibles, seguras de si mismas…
Mujeres hechas de carne y pasión, de sufrimiento y lujuria, de deseo y emociones…
Mujeres, al fin y al cabo, normales, autenticas, reales… porque si algo tienen las mujeres, es que son los animales más maravillosos de la creación.
Vaya pues esta entrada dedicada a todas vosotras y en especial a la geisha sayuri por habérnosla traído para deleite de todos nosotros
Sayiid
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Una mujer me espera
Una mujer me espera, contiene todo y no falta nada.
Pero todo faltaría si faltara el sexo, o si faltara la simiente
del hombre suyo.
El sexo todo lo contiene: cuerpos, almas,
significaciones, pruebas, purezas, delicadezas,
resultados u anunciaciones.
Cantos, órdenes, salud, soberbia, el misterio de la
maternidad, la leche seminal.
Todas las esperanzas, favores, dones, todas las pasiones,
amores, bellezas, delicias de la tierra.
Todos los gobiernos, jueces, dioses, jefes de la tierra.
A todos los contiene el sexo, como partes suyas y
justificaciones suyas.
Sin rubor el hombre a quien amo sabe y pregona
lo deleitable de su sexo.
Sin rubor la mujer a quien amo sabe y pregona lo deleitable
de su sexo.
Ahora me alejaré de mujeres impasibles,
iré y me quedaré con la que me espera, y con aquellas
de caliente sangre que me satisfagan.
Veo que me comprenden y no me niegan,
veo que son dignas de mi, seré el robusto marido de
esas mujeres.
No valen un ápice menos que yo.
Su cara está curtida por los soles radiantes y por los
vientos impetuosos,
Su carne tiene la antigua agilidad y fuerza divina.
Saben remar, nadar, andar a caballo, luchar, disparar,
el arco, correr, golpear, retroceder, avanzar, resistir,
defenderse.
Son por derecho propio inexorables, serenas, claras,
seguras de sí mismas.
¡Mujeres, os estrecho contra mi!
No consentiré que os vayáis, os haré un bien,
Soy para vosotras y vosotras sois para mi, no sólo para
nosotros, sino para los demás,
En vosotras duermen héroes y poetas.
No quieren despertar sino a mi contacto.
Soy yo, mujeres, me abro camino.
Soy severo, agrio, fuerte, obstinado, pero os amo,
No os daño más que lo necesario,
Derramo la materia de la que saldrán hijos e hijas dignos
de ésta República y empujo con rudo y lento músculo,
Me uno enteramente a vosotras, no hago caso de súplicas,
No me atrevo a irme sin haber depositado lo que durante
tanto tiempo se ha acumulado en mi.
Vierto en vosotras mis ríos encajonados,
En vosotras envuelvo un millar de años venideros,
En vosotras injerto lo más precioso de mi y de América,
De las gotas que destilo sobre vosotras, saldrán hijas
resueltas y atléticas, nuevos artistas, músicos y cantores,
Los niños que en vosotras engendro habrán de
engendrar a otros niños,
De mis derroches de amor, exijo hombres y mujeres
perfectas.
Espero que se compenetrarán con otros, como nosotros
nos compenetramos ahora.
Confío en la efusión de sus manantiales, así como
confío en la efusión de mis manantiales presentes.
Espero brotes amorosos de nacimiento de la vida, de
la muerte, de la inmortalidad, que con tanto amor,
siembro ahora.
( Walt Whitman )
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